quizás desmañado y tosco desde nuestro punto de vista, puede contribuir positivamente a un genuino realzamiento de las estructuras ontológicas de los fenómenos.
Pero, hasta ahora el conocimiento de los primitivos nos ha sido proporcionado por la etnología. Y ésta se mueve, ya desde la primera “recepción”, selección y elaboración del material, en determinados conceptos previos e interpretaciones acerca de la existencia humana en general. Es cuestionable que la psicología común, e incluso la psicología y sociología científicas que el etnólogo lleva consigo, ofrezcan, desde el punto de vista científico, garantía para una justa posibilidad de acceso, y para una adecuada interpretación y comunicación de los fenómenos que es necesario investigar. También aquí se presenta la misma situación que en las disciplinas mencionadas anteriormente. La etnología misma presupone ya, como hilo conductor, una suficiente analítica del Dasein. Pero, como las ciencias positivas no “pueden” ni deben esperar el trabajo ontológico de la filosofía, la marcha de la investigación no tendrá el carácter de un “progreso”, sino de una repetición y purificación que haga ontológicamente más transparente lo ónticamente descubierto1.
(52) Aun cuando la delimitación formal de la problemática ontológica frente a la investigación óntica resulte fácil, la realización y, sobre todo, el planteamiento inicial de una analítica existencial del Dasein no carece de dificultades. En la tarea de esta última está contenido un desideratum que inquieta desde hace mucho tiempo a la filosofía1, en cuyo cumplimiento, sin embargo, ésta fracasa una y otra vez: la elaboración de la idea de un “concepto natural de mundo”. Para abordar de un modo fructífero esta tarea pareciera ser favorable la riqueza de conocimientos disponibles sobre las más variadas y lejanas culturas y formas del Dasein. Pero esto es sólo una apariencia. En el fondo, esta sobreabundancia de conocimientos induce al desconocimiento del verdadero problema. La comparación y tipificación sincrética de todo no da de suyo un auténtico conocimiento esencial. La ordenación de una multiplicidad en un cuadro general no garantiza una verdadera comprensión de lo que
1 Últimamente E. Cassirer ha hecho del Dasein mítico tema de una interpretación filosófica; cf. Philosophie der symholischen Formen, Segunda Parte: Das mythische Denken, 1925. Esta investigación ofrece a la etnología hilos conductores más amplios. Desde el punto de vista de la problemática filosófica, queda en pie la pregunta si los fundamentos de la interpretación son suficientemente transparentes y, sobre todo, si la arquitectónica y el contenido sistemático de la Crítica de la razón pura de Kant pueden en alguna forma proporcionar el plan para semejante tarea, y si no se requiere aquí un punto de partida nuevo y más originario. El mismo Cassirer ve la posibilidad de ello, como lo muestra la nota de la p. 16 s., donde Cassirer remite a los horizontes abiertos por la fenomenología de Husserl. En un diálogo que el autor pudo sostener con Cassirer con ocasión de una conferencia sobre las “Tareas y caminos de la investigación fenomenológica” dada en la Sede de la Kantgesellschaft de Hamburgo en Diciembre de 1923, se mostró ya un acuerdo respecto de la necesidad de una analítica existencial como la que se había esbozado en la conferencia.
1 ¡De ningún modo! Porque el concepto de mundo no ha sido ni siquiera comprendido.
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